lunes, 6 de agosto de 2012

Métodos de Inteligencia emocional o controlar las emociones



Cuando algún problema nos agobia y estamos dándole vueltas, el nerviosismo colapsa la mente y solo tendemos a ver todo negro, sin salidas o a sentirnos vulnerable y sin saber qué hacer.  Es una reacción típica en la que han intervenido muchas emociones entremezcladas: sorpresa  o pasmo, incertidumbre, precipitación o temor, anticipación (ya estamos imaginando que todo será un desastre y que no vemos la solución), más temor, agotamiento emocional, agobio…

En una situación tan confusa, que no vengan a decirnos que,  "para regular y modificar el estado de ánimo, precisamos que la IE (Inteligencia Emocional) ponga en marcha cuatro componentes, según el modelo de habilidad que proponen Jack Mayer y Peter Salovey, los científicos que acuñaron el término “inteligencia emocional”, concepto que desarrollaron en sus estudios, y que son :
   
Percepción y expresión emocional: reconocer conscientemente las emociones e identificar los sentimientos, y ser capaces de darles una etiqueta verbal. 

 Facilitación emocional: capacidad para generar sentimientos que faciliten el pensamiento.
    
Comprensión emocional: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.
    
 Regulación emocional: controlar y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz."

Sin embargo, eso es lo que hay que hacer pero, dicho en otras palabras, nos sonará más comprensible y sentiremos que podemos llevar a cabo cada uno de esos puntos. Por ejemplo, si nos lo explican diciendo que solo hay que concentrarse en lo inmediato, en las necesidades más prioritarias, darse tiempo, cuidarse y relajarse y que la consigna es pensar qué podemos hacer con el problema “aquí y ahora”, estaremos simplificando la cuestión.

En realidad, ese es el primer “secreto” de la autoayuda, que no tiene que ser un manual exacto de psicología, ni adecuarse concretamente a la problemática de cada persona, pero que funciona, al explicar de un modo accesible a cualquier mente cómo controlar las emociones que nos desbordan.  


Paso a paso, con la Inteligencia Emocional..., o “autoayudándonos”

Lo primero que en los libros de autoayuda se hace plantear al lector es qué emociones generan su sentimiento de descontrol, pérdida o vulnerabilidad. "¿Sientes tristeza?, ¿sientes ira?, ¿te sientes perdido?", preguntan las cabeceras de casi todos los manuales, para añadir posteriormente que, con esa guía, se podrá encontrar la calma que lleve a la solución. Quien así se siente, se identifica inmediatamente con el enunciado y buscará el mensaje en las páginas siguientes. Sin darse cuenta, están poniendo en práctica su inteligencia emocional, tal como dicen los doctores Meyer y Salovey, identificando sus emociones. 

El conferenciante y escritor estadounidense Daniel Goleman, "explotó" muy bien ese sistema, investigado en realidad por Meyer y Salovey. Lo hizo en su libro "La Inteligencia Emocional", que todavía es best-seller y por el que se le suele reconocer como precursor del método...; su mérito real es simplicar lo que los otros dos investigadores descubrieron y desarrollaron. Góleman, les pidió permiso para nombrar  el método en su libro..., pero se "olvida" de nombrarles en sus conferencias como los precursores de él, a menudo.

Cuando el estado de ánimo está alterado, se siente urgencia de calmarlo ante todo. Las palabras “aquí y ahora” transmiten esa inmediatez que parece dar la clave a nuestro cerebro para prestar atención. “Aquí y ahora” se nos va a ofrecer una solución para hallar la calma, ¿quién puede resistirse a eso? Nada de largas terapias, nada de paciencia con nuestro sufrimiento; el mensaje es “aquí y ahora”, y eso, de por sí, ya tranquiliza. Todos podemos asumir que debe haber una solución “aquí y ahora”. Y, sin saberlo siquiera, estamos integrando el segundo concepto de la metodología de Mayer-Salovey; recordemos:

Facilitación emocional: capacidad para generar sentimientos que faciliten el pensamiento

La sensación  de estar cerca de encontrar una solución de forma inmediata, facilita poder pensar.

Mantener la serenidad, aquí y ahora

La tercera parte del mensaje es: “¿qué puedes hacer aquí y ahora?”. Se nos aclara, prácticamente en todas las guías de autoayuda, que lo siguiente que podemos hacer es recuperar nuestra calma, nuestra serenidad. Apenas lo lee, la persona preocupada o emocionalmente dolorida, intenta comprobar si realmente queda calma en su interior. La desea tanto que descubre que sí, que puede sentir un poco más de tranquilidad y pararse a pensar, a observar el problema que le inquieta.

Esa es la fase tres del método de la habilidad de la IE: comprensión emocional, integrar en el pensamiento los sentimientos y empezar a asumir la complejidad emocional que sufrimos.

Cuarto paso, controlar las emociones, hallar la paz interior

Una vez el “aquí y ahora”, la concentración en el momento presente, nos ha traído un poco de la serenidad necesaria, el mensaje de autoayuda nos indica que “nosotros podemos tomar el control de nuestras emociones, y no dejarnos llevar por ellas”. Algunos autores lo llaman “buscar la paz interior”, otros “tomar el control de nuestra mente”, y algunos “acallar al ego, en beneficio del yo”. Da igual la visión más o menos espiritualista, filosófica o científica con que se imparta la enseñanza: todos aciertan, porque lo importante es que se pueda ser consciente del control de las propias emociones, antes de que dominen la situación.

De ese modo, aprendemos a elegir emociones positivas, porque nos damos cuenta de que nos benefician más que quedarnos centrados en las negativas que las circunstancias adversas nos inspiran. Justo lo que recomienda el cuarto principio deducido por los psicólogos Mayer y Salovey en su método de la habilidad para la evaluación de la inteligencia emocional.


Autoayuda vs. Psicología

Así pues, podemos concluir que los métodos de autoayuda y los de la psicología moderna- o la inteligencia emocional- no solo se complementan, sino que se retroalimentan. Los primeros ponen los medios más sencillos para acceder al paciente, mientras los segundos son la base empírica en la que apoyarse.

Con cierta ironía, un profesional de la medicina mental comentaba entre amigos que, la llamada autoayuda, es “la psicología para el pueblo llano” y añadía que, si así la hacía más comprensible y practicable, bienvenida sea.

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