lunes, 19 de enero de 2015

La figura de la mujer en los diálogos de película





La sociedad sigue estructurándose para que las mujeres seamos ciudadanas de segunda fila o, a lo sumo,  para que cumplamos los requisitos de bellas comparsas a la sombra de los hombres. Y esto sin que unas ni otros nos percatemos apenas, acostumbrados a unos convencionalismos que no dejan de enviar mensajes en ese sentido, constantemente.


Solo hace falta fijarse en los diálogos de las películas o de las series de televisión; o, incluso, en las descripciones de las mujeres que hacen los más brillantes escritores (y escritoras, que nosotras también caemos en los tópicos establecidos) en las más célebres novelas ¿Recuerdan algún párrafo literario que idealice a una protagonista  y no diga para ello que era “hermosa”, o “sensual”, o “tierna”, o “suave como la noche”, o algo así de sugerente? ¿Se aplica esos calificativos para los hombres?


Pero  en la comunicación audiovisual es dónde más cala ese mensaje sexista, por su subliminalidad e inmediatez hacia un público mayoritario. Por eso me llaman la atención esas frases, casi inevitables en cualquier guión, de las que quiero hablar aquí. Espero que, con estos ejemplos, incluso los más reticentes o escépticos quieran darme una pizca de razón.


Vamos allá, imaginemos algunas situaciones típicas o comunes en los argumentos de muchísimas películas o series de televisión y veamos cómo se desarrollan:


Supuesto argumental  1: Emotivas escenas de un hombre que habla sobre los deseos de su vida, mientras  corre el peligro inminente de morir. Habla de su anhelo de seguir viviendo para ver un nuevo amanecer sobre un bello lugar del mundo, o de saborear un buen vino, o de sentir el sol sobre la cara,  y- nunca falla- de volver a estar (a veces dicen “disfrutar”, literalmente) con una hermosa mujer.  

Otra variante es cuando un hombre describe sus aficiones de “bon vivant” o sus gustos exquisitos; para demostrar lo mucho que aprecia lo bueno de la vida, dirá algo así: “Me encanta recorrer el mundo,  alojarme en los mejores hoteles,  disfrutar de los productos más excelentes y del cálido cuerpo de una bella mujer”. Los más duros, o burdos, dirán que les gusta la cerveza (o el whisky), una tarde viendo deporte con los amigos y las mujeres, así, en genérico, dando por entendido que ese tipo de persona (las mujeres)  no le gusta para mantener una buena conversación, ni por el placer de conocerse más que sexualmente, claro. Si dudáis de lo que digo, fijaos la próxima vez; no os defraudará el experimento.


Que lo anterior lo diga una mujer es más difícil; ellas hablarán de todo lo demás, incluso puede que de darse el gusto de beber una buena cerveza fría,  pero preferirán ver o estar con sus hijos o su familia  a nombrar siquiera lo de los encuentros sexuales…A mucho tirar, alguna echará de menos volver junto al hombre soñado, uno en concreto, el chico de la peli, y punto.




Supuesto argumental 2: Escena de una relajada fiesta, donde los protagonistas se van encontrando e intercambiando cumplidos.  Da igual que el ambiente sea elegante y encorsetado, o más festivo y desenvuelto. Invariablemente, los apelativos para las damas serán “estás preciosa”,  “eres la más elegante de la fiesta”, “hermoso vestido”, y halagos por el estilo. A ellos, tanto hombres como mujeres les dirán, a lo sumo y más o menos afectuosamente, un apreciativo “me alegro de verte” o “gracias por haber venido”. La diferencia evidente: en ellos, los caballeros, lo que cuenta es su presencia, su participación y deferencia para con los demás presentes, mientras en ellas se valora su buen aspecto, su contribución estética, su deseable compañía para lucirse con alguien de buen ver. Al parecer, los señores prefieren mucho más conversar, bailar o que se les vea con un bonito cuerpo femenino, adecuadamente aderezado para la ocasión, y las señoras no hacen caso del aspecto físico de los invitados masculinos, sino de su relevancia social o afectiva. Diferentes pesos evaluatorios, en los que las mujeres no pasamos de ser los elementos decorativos…Y el espectador – o espectadora- se queda tan contento, pasando por alto la sutileza del mensaje que, sin embargo, queda en su mente archivado para futuros usos reales, no de ficción.


Supuesto argumental 3: Escena de presentación entre dos grupos de personas. Tampoco importa si todo es cordial o los antagonistas se toman por tales entre ellos. Lo que no variará, en ningún caso, es que, de haber una mujer en uno de los grupos, alguno de los hombres presentes pregunte aquello de: “¿quién es esta preciosidad?” o hasta el malo más malvado se lamente de tener que hacer daño a su prisionera diciéndole compasivamente: “lástima que esto tenga que pasarle a una mujer hermosa, como tú”… Queda de manifiesto que a las que no le parecieran hermosas le importaría un pepino lastimarlas o matarlas, que para el caso es lo mismo, porque a la guapa también está dispuesto a machacarla viva pero, oye, la chica va a sufrir con piropo y todo…¿Preguntan alguna vez los personajes de las pelis  “quién es ese tipo tan guapo” o se detienen a decirle a sus víctimas masculinas que sienten estropear sus bellos cuerpos, antes de pegarles un tiro o torturarles?, no…, aunque si tienen ganas de charla les dirán que han sido contrincantes muy duros, dignos adversarios o  que estaban deseando sacárselos de en medio…Con ellos a lo valorativo concreto, con ellas no hay que dejar pasar la oportunidad de justipreciarlas como objetos de deseo.


Nadie se para a pensar que, a una mujer como a un hombre, lo que menos le preocupa cuando está en serio peligro es que su atacante le diga lo atractiva que le parece. En todo caso, a nosotras y a vosotros nos gusta que esa clase de elogios se produzcan de parte de nuestra pareja, la de turno o la de toda la vida, en momentos de íntima complicidad y con la posibilidad de responder  de buena gana y en el mismo sentido. Ni en personajes de ficción ni en los de la vida real esperamos que se nos vea como floreros andantes, y se nos valore como valiosas obras de arte o recipientes para salir del paso….Bueno, algunas mujeres, bien adiestradas, sí lo esperan; de hecho, ponen de su parte para lograrlo, pero eso es otro caso y ya se desengañarán, pobrecitas.


Hay cosas que no cambian a pesar de todas las modernidades,  intentos de igualdad, leyes de “paridad” y falacias por el estilo. Las mujeres, en la ficción como en la vida, podemos representar para los demás muchos papeles; pero del que no nos libramos ni queriendo,  es del juicio ajeno sobre nuestro aspecto físico y nuestra capacidad de atracción sexual. Muchas creen tener terreno de éxito ganado,  al emular a las sex symbol más glamurosas, o al disfrazarse de “chicas malas” pero libidinosas activas y manifiestas; alguna vez en sus vidas descubrirán que eso solo funciona en el cine y porque en las pelis la historia siempre queda a medio contar.  
   


1 comentario:

  1. Estupendo artículo, tantas verdades que dices vividas por mi ,no yo en primer termino pero si de un familiar libidinosa, y otras cosas que dices, patina una y otra vez por ir de mala y dura por la vida, un saludo cordial

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