domingo, 1 de febrero de 2015

Adiós a la preocupación, hola a la vida





En el anterior artículo de este blog hablaba de la preocupación, de lo que es y de lo poquito que sirve en nuestra vida. Desde luego, siempre surgen circunstancias y situaciones cuyo posible desenlace nos inquieta, y que deseamos resolver lo mejor posible. Teniendo claro que la preocupación tan solo agranda la percepción del problema, que nuestra mente – tan mona ella- nos va a decir que “tenemos mala suerte” o que “existen difíciles posibilidades de éxito”,  y que ese tipo de pensamientos negativos no ayudan a enfrentar los momentos complicados, conviene plantearse el mejor modo de “desaprender” a preocuparnos y aprender a ocuparnos en la solución, provechosamente. 

Os lanzo tres pasos o reflexiones para conseguir decir adiós a esas alarmas que se encienden en nuestra mente, y ya me iréis comentando qué os parece.


Paso uno: los malos augurios no existen


Todos los pensamientos a futuro son ilusorios. Lo que imaginamos que sucederá, evidentemente, aún no ha sucedido; y casi siempre imaginamos que puede pasar lo peor cuando algo nos preocupa, ¿verdad? ¿Porqué olvidamos siempre el otro cincuenta por ciento de posibilidades, es decir, que todo pueda resolverse bien?


Una persona muy querida me recordaba hace poco una frase, cuyo autor desconozco, pero que es en sí toda una filosofía: “Pienses lo que pienses, la vida siempre te dirá que sí” La simpleza de la frase es, meditándola un poco, arrolladoramente profunda. Si piensas habitualmente que algo puede ir mal, posiblemente vaya mal. Si piensas que no eres fuerte, o importante, o capaz, posiblemente acabes siéndolo. 
Si, por el contrario, te convences de que siempre existe un arreglo, recuerdas que todo es pasajero, y  que tienes más capacidad para cualquier cosa de lo que has podido demostrarte,  lo más seguro es que te sorprendas consiguiendo tus propósitos. La vida siempre te dice que sí; que puedes, si lo crees, o que no puedes, si eso es lo que crees.





Paso dos: ¿Subes la escalera de un tirón?


A menos que seas un superdotado o superdotada - y entonces qué diablos haces leyendo esto- deberás ir escalón a escalón para ascender una escalera. Las hay más largas y costosas y las hay con pocos peldaños, pero el método es el mismo. Sin embargo, si deseas llegar pronto a lo alto de la escalera,  lo más probable es que tropieces por correr, te canses más por subir varios escalones de golpe, o te parezca inacabable esa ascensión….; te faltará el aliento, te obsesionarás con llegar y no disfrutarás del camino. Con los problemas pasa lo mismo, y por más que te preocupes no llegará antes la mejor solución.


Fijarte tan solo en el primer peldaño, en el más inmediato, el que puedes subir ahora, por modesto o bajo que sea, es la manera de empezar a actuar. No puedes hacer otra cosa, razonablemente. Así que, disponte a subir ese primer escalón, sin culpabilizarte por estar todavía muy abajo, haciendo lo que esté en tu mano para avanzar con prudencia y decisión. Y, sobre todo, sin pensar que aún queda mucho por subir. Al contrario, ya tienes la seguridad de que así lo vas a alcanzar, lo cual debe aportarte satisfacción por ese primer paso que has dado.


Al igual que al ascender una escalera, tus problemas te parecerán más superables cuanto más avances en solucionarlos, sin pensar en lo largos o enormes que son. Te estarás ocupando, en lugar de preocupando.



Paso tres: Destierra el pasado, confía en el futuro, vive el día a día


Esto ya lo sabes, aunque te cuesta conseguir creerlo. Olvidar los momentos tormentosos del pasado parece más imposible, cuando volvemos a ver nubarrones en nuestra vida. Sin embargo, el pasado no puede volver; ni tiene porqué repetirse lo sucedido, si haces las cosas de otro modo. Recuerda aquí lo de que “la vida siempre dice que sí”… ¿quieres enviarle a tu vida el mensaje de que el pasado fue un desastre, como ejemplo a seguir? ¿O que solo los tiempos pasados fueron mejores?


Dejando el lastre de las experiencias del pasado, no hay motivo por el que no confiar en el futuro. Ya hemos hablado de lo inútil de los malos presagios, de modo que solo nos queda atender al presente. Vive el día de hoy, el aquí y ahora, aprovechando todo lo bueno que te ofrece. Trabaja por solucionar hoy lo que te ha preocupado, pero no dejes de lado los buenos momentos presentes que puedas disfrutar. Sonríe tras las necesarias lágrimas, si es preciso. No pasa nada, lo vas a conseguir…o no, pero eso será mañana. El hoy todavía es tuyo, ¿porqué estropearlo preocupándote?